Fortunata y Jacinta

[Fortunata y Jacinta]
Año: 
1887
Género: 
Público: 
Editorial: 
Verbum
Año de publicación: 
2016
Páginas: 
748
Valoración moral: 
Género: Literatura
Sin inconvenientes.
Algunos inconvenientes morales.
Presenta pasajes de cierta entidad contrarios a la fe o la moral.
Presenta pasajes escabrosos o un fondo ideológico general que puede confundir a personas con una escasa formación cristiana.
Abundan los pasajes escabrosos o un fondo ideológico contrario o extraño a los valores cristianos.
Por sus contenidos explícitos, la obra contraría la fe o la moral de la Iglesia Católica o el cristianismo en general.
Calidad literaria: 
Recomendable: 
Transmite valores: 
Contenido sexual: 
Contenido violento: 
Lenguaje vulgar u obsceno: 
Ideas contrarias a la doctrina de la Iglesia: 
La calificación de las distintas categorías proviene de la opinión de los colaboradores de Delibris

Benito Pérez Galdós escribió esta obra habiendo alcanzado ya notable madurez literaria y estando dotado de todos los recursos para crear una pieza magistral. Una obra magna, culmen de nuestra literatura, quizá un escalón por debajo del Quijote, pero rivalizando con La Regenta. Un río de vida, con sus corrientes fulgurantes y sus lodazales; el agua pura y el cieno pringoso.

El libro es una fracción de la vida madrileña que ha sido seccionada y puesta en palabras; los encantos del Madrid decimonónico, con sus callejas, iglesias y mercados. Es una novela riquísima que tiene múltiples aspectos desde los cuales puede ser abordada. Aquí solo puedo dejar noticia de unas primeras y leves impresiones.

No es una prosa exuberante o de brillos geniales por el color de la metáfora; no deslumbra con arrebatos de lirismo, salvo en alguna contadísima excepción: es la prosa del observador distante que a menudo se asoma a su vasta creación y que deja huella de su ironía, sobrio en galas retóricas. Al mismo tiempo, es una prosa atinadísima, calculada al milímetro, elaborada para reproducir exactamente su correlato real. Es el arte de la verosimilitud. Se dan situaciones tan realistas –en el pleno sentido del término–, tan humanas, como en pocas novelas, y tan complejas, que no envidiarían la misma contextura de los sucesos reales. Una auténtica obra maestra hilada con puntadas finísimas.

No hay movimiento escondido en el ánimo, o manifestación interna del carácter y de las pasiones que se sustraiga a la clarividencia perforadora de Galdós: él es el creador de su novela, y, ante sus ojos, todo se hace patente, y nos lo muestra, como fiel escribano, sin pausa, constante y ordenado, con serenidad implacable, registrando, con elegante pluma cuanto es digno de ser reseñado. El escritor canario es un sagaz conocedor del corazón humano. Fustiga con sorna la hipocresía de las apariencias, en un mundo en el que casi parece que no hay virtud, sino que todo se hace para guardar las formas y no levantar escándalo. En efecto, no parece haber virtud, solo envoltorio y formas. Comparte con Clarín esta falta de esperanza en las virtudes humanas. Hace menudas descripciones de la burguesía y de las clases populares.

Algo que recoge con singular maestría son las variedades idiosincráticas que la gente gasta al hablar: la locura histriónica de la Pacheco; el lenguaje popular de Fortunata, en vano tratado de domesticar; los arrumacos de novios, esposos y adúlteros; la lengua llena de sentido de la realidad de Guillermina la Santa; los bárbaros modos del señor Izquierdo; el refinamiento delicado de Jacinta; Maxiliano es un joven enclenque y timorato, pero que consigue poco a poco un grado aceptable de facundia, con más corazón que estro, y protagoniza una de las escenas más memorables, cuando se levanta insurrecto contra la autoridad implacable de su tía, ante quien siempre había doblado la cerviz; las disquisiciones filosóficas de Feijoo; el autoritarismo de La de los Pavos, etc.

Galdós vierte su conocimiento del ser humano, y de sus relaciones sociales. Los personajes están vivos y actúan, piensan y maduran por sí mismos. Nosotros les observamos. Fortunata es el pueblo salvaje y rudo que se resiste a ser amaestrado. Jacinta es la burguesía y la corrección. El estamento burgués quiere alfabetizar y educar a las clases populares, pero estas se resisten. El prócer de las letras españolas entrelaza hábilmente los seísmos sociales con la diégesis.

Los sueños, muchas veces combinaciones estrambóticas -respetando su naturaleza de caos de sensaciones-, nos hablan también del subconsciente de los personajes y nos adentran en sus contradicciones.

Como a Clarín, se le advierte un tufillo anticlerical, en el que pinta a los clérigos como torpes y azotacalles. Religiosamente solo parece salvarse 'Guillermina la santa', aunque pintada con algo de caricatura y pintoresquismo.

Barullo moral:

Por los casos delicados de conciencia que tiene, conviene pertrecharse de una sólida formación moral. La compasión no es permisión del pecado por la debilidad del género humano, sino comprensión por padecerla, pero con la firme querencia del bien para el otro, que nunca aprueba el pecado, porque sabe que es un mal verdadero.

Autor: Francisco Garrido, España
Fecha de actualización: Ene 2023