
Esta es la séptima obra de una serie que tiene como protagonista al comisario Georges Dupin. El estilo, la ambientación en la Bretaña francesa y los personajes centrales, reflejan la simpatía del autor por esta región. El protagonista ha sido “desterrado” de París a esta zona al final de la tierra (finis terrae) y lentamente, con la ayuda de su secretaria, Nolwenn, se va familiarizando cada vez más con la “vida” en la Bretaña. Su amiga Claire, especialista en cardiocirujía, se ha traslado de París a un hospital en la Bretaña.
La acción se centra en la “Forêt de Paimpont”, el mayor bosque de Bretaña, donde se situan las leyendas del rey Arturo y sus caballeros. Georges llega acompañado de sus dos inspectores, Riwal y Kadek, y su secretaria, Nolwenn: una excursión de la comisaría. El comisario tiene que entrevistar previamente a un estudioso local por encargo de un colega de la policía de París. La excusión se convierte en una pesadilla: el estudioso ha sido asesinado y poco después hay otro asesinato y un intento frustrado. Todos son miembros del comité francés de la Asociación Internacional Arturiense. Los dos inspectores desaparecen en medio de la investigación y el comisario Dupin debe trabajar contrareloj: Claire le ha dado un plazo de 48 horas para que regrese y le ayude a desembalar los muebles en la nueva casa donde se van a instalar.
Toda la narración está mezclada con descripciones de las especialidades gastronómicas locales, de paisajes únicos, de hoteles y atracciones turísticas: el autor hace un homenaje a la Bretaña mítica. Bannalec deja claro el nivel ético de los personajes, movidos por la vanagloria. Se mencionan algunas situaciones sensuales, aunque sin descripciones.