
Todo hombre tiene ciertas heridas que ha sufrido en distintas etapas de su desarrollo, y que es necesario identificar y curar para vivir una vida plena delante de Dios, y así quererse a uno mismo como Dios nos desea. El autor comienza desde esta premisa para proponer un método de curación de esas heridas, desde una perspectiva cristiana, aunque apoyándose en la psicología y en estudios filosóficos, para llegar a una meta muy alta: que cada uno pueda quererse a sí mismo como Dios nos ama, y que pueda aprender a querer a los demás como Dios los desea.
El camino que propone el autor tiene tres partes: conocimiento, aceptación y superación. El conocimiento es básico tanto para el amor como para la curación de las heridas. Es necesario conocerse a uno mismo (personalidad, carácter, influencias externas, falencias en el crecimiento, etc.), para tener una visión integral de nuestra vida (saber cuáles son nuestras fortalezas, nuestras debilidades y reconocer cómo podemos crecer), y también para identificar las heridas que necesitamos curar. La aceptación también es importante: hay partes de nuestra forma de ser y de enfrentar la realidad que podemos cambiar, y otras que nos vienen dadas, y que es importante aprender a convivir con ellas, sabiendo los riesgos (las dificultades que nos presentarán), pero también, y sobre todo, dándonos cuenta de que tienen una cara positiva que podemos aprovechar. Por último, superación: conociendo cómo somos, nuestras heridas, y aceptándolos, podemos curar las heridas y crecer.
La perspectiva que usa el autor, como decíamos, es una perspectiva cristiana. Sus sugerencias complementan la atención psicológica con la atención espiritual, y ayuda a ir diferenciando qué medios es importante poner ante cada situación. No es, está claro, un libro de recetas psicológicas o espirituales, pero sí que da ciertas directrices sobre el modo de enfrentar las distintas falencias y dificultades. Además de la presentación de los modelos psicológicos y el recurso a las terapias –en ciertos casos concretos–, están siempre presentes los recursos más espirituales: el conocimiento personal en la oración, los beneficios del acompañamiento espiritual, el modelo de vida feliz de Jesucristo y de María Santísima, etc.
Un buen libro que requiere ciertos conocimientos básicos de espiritualidad y de psicología, que puede ser de mucha ayuda para el conocimiento personal y para quienes se dedican a trabajar con personas. Aunque lo hace con mucha precaución y previniendo al lector sobre los riesgos de un mal uso, habla de algunos métodos de conocimiento personal que provienen de la psicoterapia, así como de técnicas orientales de meditación y autoconocimiento.