
Federico es un adolescente de diecisiete años, de buena familia, que renuncia a ir a Inglaterra durante un mes para aprender inglés, fascinado por la petición de ayuda en el distrito de Brancaccio que le hace su profesor de religión en el Liceo Vittorio Emanuele, don Pino, que así se convierte en el personaje clave en torno al cual gira la historia. A Federico le gustaban las palabras, sí, sólo las palabras y en esto hay una imagen clara del autor, que parece jugar con las palabras, buscarlas, usar una fila de adjetivos y sinónimos para acompañar un nombre. La literatura a veces entra en las páginas del libro a través de Federico, "el poeta", como lo llama su hermano Manfredi.
Es magnífico cómo se describe la relación entre los dos hermanos con unos pocos trazos. Lucía también participa en las actividades organizadas por don Pino. A ella le gustaría ser directora, aunque ahora asiste a las clases de pedagogía y prepara un teatro para niños. Pero, a pesar del esfuerzo del sacerdote, de Federico y Lucía, Brancaccio sigue siendo un infierno.