A través de las cartas del autor a Giacomo Leopardi, encontramos narración, reflexiones antropológicas y pedagógicas, análisis literario… Libro excelente, escrito con la pasión de un gran profesor y de un excelente escritor. Una sugerente defensa de la buena pedagogía y, en general, de las humanidades, que es un canto a la persona y su dignidad, al encuentro con los otros y a la trascendencia aun en las situaciones de fragilidad propias de nuestra condición terrena. Muy aconsejable para educadores, padres de familia…
L.R. (España, 2017)
En forma de diálogo epistolar con un poeta del pasado que había padecido debilidades físicas y heridas afectivas, el autor trata de poner de manifiesto el derecho a ser frágiles en la vida, pero no como resignación sino como realidad llena de potencialidades inimaginables. La fragilidad no es, en absoluto, impedimento para conseguir una vida realizada y llena de amor. Una persona frágil es capaz de desarrollar una enorme belleza en el mundo que le rodea con su propia existencia, su palabra y su acción. La obra es también un canto a la belleza y a la literatura como uno de los caminos que llevan a ella. La contemplación de la belleza a través de la literatura combate la superficialidad y el arrebato de consumismo. También contiene interesantes reflexiones acerca del papel de los docentes en general: deben ser modelos que inspiren, no simples maestros que adoctrinen con cosas que no parecen guardar relación alguna con ellos mismos. El buen maestro, como el buen libro, no da respuestas, sino que despierta e inspira deseos. A lo largo del libro el autor cita pasajes de cartas de jóvenes a quienes la lectura ha salvado de un posible naufragio muy cercano.
M.A. (España, 2017)