
Es una de las obras más sencillas del conocido filósofo pero no por eso menos profunda y posee gran belleza y fecundidad, especialmente en el terreno educativo. Para Polo el crecimiento humano es lo más grandioso de este mundo. El hombre está hecho para crecer, pero a diferencia de otras criaturas es capaz de crecer sin medida, sin coto, es “un ser llamado a un crecimiento irrestricto”. Con esto se ve que “vivir alude intrínsecamente a la perfección”, vivir es perfeccionarse, mejorar, vivir nunca es pervivir.
Si no se perfecciona, el hombre se detiene y decae y “todo lo que vaya contra el crecimiento humano es simplemente malo”. De este modo el crecimiento es para el hombre más que una posibilidad o una simple capacidad, un deber. Polo propone un imperativo en clave de crecimiento: “desarrolla tus propias capacidades, continúa tu propia naturaleza, puesto que eres capaz de hacerlo”; “¡sé esencialmente todo lo que puedes! ¡No dejes de crecer!” Vivir así es alegría, puesto que vida y alegría se convierten. Vivir es alegre, si se crece. Es la alegría de vivir. En definitiva, la clave de la vida es el crecimiento. El crecimiento no es solamente una dimensión, sino la característica central de la vida. Vida significa vida creciente.