El autor presenta este libro como una introducción a la historia del arte para principiantes, apuntando las líneas maestras, sin excesivos detalles ni términos técnicos. Además, se propone no hablar de una obra sin presentar una reproducción, lo que limita el número de obras y de autores. Examina obras de arte que considera valiosas y no simplemente las que son un icono de un determinado estilo. El catálogo de obras seleccionadas no resulta original. Gombrich ha preferido estudiar solo las obras que conoce directamente y no sólo por ilustraciones.
La historia del arte aparece como una sucesión de etapas enlazadas, resaltando los puntos que, en cada caso, tenían interés para el artista. Cada generación trae una revuelta contra lo anterior y el éxito de un artista en su época radica no sólo en lo que hace sino también en lo que omite. Cada autor se exige hacer algo distinto y esto ayuda a comprender el arte precedente. Gombrich hace hincapié en este cambio continuo de las intenciones de los artistas, resaltando su dependencia de lo anterior, bien porque lo imita o bien porque lo evita.
En conjunto, hay más espacio para la pintura que para escultura o arquitectura, también porque las ilustraciones dicen más sobre su objeto en caso de cuadros que de esculturas o edificios. Cierra el libro una bibliografía sobre arte, tablas cronológicas y mapas. En la relación del arte con la cultura, y especialmente la religión, el autor adopta un tono respetuoso y neutro.
F.B. (Suiza, 2015)