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Hijo de padres noruegos, Roald Dahl nació en Llandalf, Gales del Sur. Tras vivir en Tanzania y Kenia —allí fue piloto de la RAF—, se trasladó a Washington, donde comenzó su actividad como escritor. Pronto adquirió fama con sus relatos, sobre todo para niños, y muchos de ellos, como los Gremlins, han sido llevados al cine y a la televisión. Su obra más famosa es Charlie y la fábrica de chocolate. Sus memorias están recogidas en dos volúmenes: Relatos de infancia y Volando solo. Murió en noviembre de 1990. Estas Historias extraordinarias atraen al lector por su gran vigor narrativo, más que por refinamientos técnicos, pues emplea una forma literaria bien tradicional: uno cuenta algo a otro. Sólo en La maravillosa historia de Henry Sugar utiliza una fórmula distinta: un relato encontrado dentro de otro relato.
Dahl domina sabiamente la trama y conduce el argumento de tal modo que no decae nunca la tensión. Incluso los relatos autobiográficos que incluye —Racha de suerte, Cómo me hice escritor, o El tesoro de Mildenhall—, cobran una notable fuerza imaginativa. Su imaginación se despliega sobre situaciones cotidianas, llevándolas paulatinamente a la desproporción fantástica o al absurdo. El autoestopista y especialmente El cisne —quizá uno de los mejores relatos del autor— son ejemplos acabados de este procedimiento. Deja caer de vez en cuando observaciones muy agudas sobre las situaciones y las personas. Su capacidad de fabulación va acompañada de un profundo respeto por la vida, la naturaleza y los hombres; y tras su ironía —a veces sarcástica, como cuando arremete contra el sistema educativo inglés—, se advierte en sus relatos una gran preocupación por el sufrimiento ajeno.
P.L.A. (2010)