El presente volumen recoge un conjunto de conversaciones mantenidas por los tres entrevistadores con José Miguel Ibáñez Langlois. Es verdad que este breve libro-entrevista, por útil y apasionante que resulte, es incapaz de hacer justicia a la rica y poliédrica personalidad del entrevistado, pero constituye una buena aproximación a este personaje.
José Miguel Ibáñez Langlois (Santiago de Chile, 1936), es sacerdote del Opus Dei y fue ordenado en 1960. Actualmente trabaja como capellán y profesor de Teología en la Universidad de los Andes. En su vida, aúna en armonía la condición de poeta y crítico literario: durante 30 años, escribió en el periódico El Mercurio, con el seudónimo de Ignacio Valente, se desempeñó como teólogo, ensayista de amplios vuelos, fue autor de decenas de libros y miles de artículos. Uno de sus doctorados lo obtuvo en la Universidad Complutense de Madrid con una tesis sobre la génesis y producción de un poema, publicada en 1964 con el título de La creación poética.
Cada uno de los dieciocho capítulos de que consta el volumen está dedicado a una etapa o aspecto de su vida: infancia, primera juventud, encuentro con el Opus Dei, sacerdocio, años romanos, el Concilio Vaticano II y el postconcilio, cuestiones doctrinales polémicas del momento que le provocaron e hicieron reaccionar con sendos libros de ensayo (la encíclica Humanae vitae, el Marxismo, la Teología de la Liberación), su trato con san Josemaría Escrivá, su actividad como miembro de la Comisión Teológica Internacional, sus tareas pastorales y docentes universitarias, etc.
Se aprecia particularmente, en estas entrevistas, su temprana vocación literaria, ya desde su adolescencia (en que tuvo como profesor de literatura a Roque Esteban Scarpa), y su afición a las letras, que nunca le abandonará. Exponente de ello es su admiración por los grandes poetas chilenos Pablo Neruda y Nicanor Parra, con quienes –a pesar de sus discrepancias ideológicas- mantuvo trato de amistad y afecto mutuos, en particular con Parra. En esa etapa juvenil, confiesa, “con la intensidad de un encantamiento descubrí… ¡el lenguaje, por decirlo en una palabra! Supe por primera vez qué era la palabra, la poesía, la belleza”. Vocación poética que fue estimulada por el propio Josemaría Escrivá en sus años romanos: “Siempre me urgía a… escribir. Fue por insistencia suya que en esos años tan apretados de estudio y encargos varios, yo haya sacado tiempo para escribir mi tercer libro de poemas. Una vez que me acerqué a decirle que estaba dispuesto a ordenarme si él lo disponía así […], me dijo: «Bien, pero tú lo que tienes que hacer, hijo mío, es seguir escribiendo»”.
Difícil tarea la de los entrevistadores de Ibáñez Langlois: tratar de sacar a la luz una biografía tan ancha y fecunda en unas pocas horas de conversación, pues como los propios autores confiesan, “nos consta que él (Ibáñez Langlois) jamás escribirá sus memorias, género literario por el que manifiesta importantes reservas”.
M.C. (España, 2018)