
Veo detrás de la aventura de Bilbo, un cuento para niños que descansan en la comodidad de su hogar. Niños que acabarán lanzados a la aventura sin previo aviso, y añorarán la tranquilidad del hogar paterno.
Pero en el camino les acompañará la presencia divina del padre, que luego les abandonará, sólo para volver de nuevo... Así como Dios jugó al escondite íntimamente con el autor, así lo hace con cada hombre; y así lo hizo con Bilbo Gandalf, el emisario paterno de las Alturas. Aunque todo parezca perdido, al final aguarda la victoria segura, pues la presencia del padre está más allá de las nubarrones de la penuria patente, la paternidad no tiene fin. Siempre volverá.
Y el ceñudo hobbit se ha convertido en un hombre a lo largo del camino: ha luchado contra el mal, ha servido y ha sido servido por sus compañeros: los enanos. De hecho, El Hobbit es una historia para niños: ya sean mayores o pequeños, es el tipo de historia que todo padre desearía regalar a sus hijos, para despertar su grandeza dormida.