
Esta primera y excelente novela de la escritora y guionista Guzel Yajiná (Kazan, 1977) se desarrolla entre los años 1930 y 1946, con Stalin en el poder. La ley de colectivización agraria (supresión de la propiedad privada) llevó a un enfrentamiento entre las fuerzas del Estado y los campesinos insurgentes. Muchos fueron arrestados, deportados a Siberia, cuando no ejecutados. En este trasfondo histórico viven nuestro personajes principales (Zuleijá e Ignatov), y bastantes secundarios, todos bastante bien caracterizados. La ambientación es muy buena, y suponen un completo trabajo de investigación.
Zuleijá es una mujer tártara de 30 años que no sabe leer. En 1930 vive en una aldea perdida de la Tartaria soviética, con su esposo, 30 años mayor. Nunca se quejó de nada, muy obediente a la fe musulmana que, por otra parte, es la educación que ha recibido. Cuando les quieren requisar sus bienes, el ejército Rojo, al mando del comandante Ignatov mata a su marido y ella es deportada. Zuleijá es tímida y sumisa, pero todo lo que la vida le va a deparar en adelante, le abrirá los ojos, descubrirá nuevos mundos, el amor, la maternidad, y aunque está en Siberia sentirá una gran libertad interior.
La dosificada tensión dramática es buena: el difícil y peligroso viaje a Siberia, la supervivencia durísima en tierras inhóspitas, el embarazo que Zuleijá descubre en el barco, mantener con vida a su hijo, etc. El comandante del poblado en Siberia será precismente Ignatov, que fue el que asesinó a su marido. No obstante, a lo largo de la novela, el comandante irá sintiendo compasión por los campesinos, lo que tendrá sus consecuncias ...
La novela está muy bien escrita, dentro de la tradición clásica de la literatura rusa. Es dramática, aunque la escritora evita detalles excesivamente molestos. La historia resulta bastante interesante y deja buen sabor. Hay algunos breves apuntes sensuales.