
Daniel Silva, nacido en 1960 en Michigan (USA), es de origen portugués y de adulto se ha convertido del catolicismo al judaísmo. Esto puede explicar algunas confusiones en sus referencias a la Iglesia Católica en algunas de sus obras. Estudió en las universidades de San Francisco y California, ha sido corresponsal de CNN en el Oriente Próximo, Egipto y el Golfo Pérsico. Ha publicado numerosas novelas de acción, difundidas en más de treinta países.
Tras The Unlikely Spy, publicado en 1997 y ambientado en la invasión aliada en Francia, en la Segunda Guerra Mundial, escribió dos novelas que tienen como protagonista a Michael Osbourne, un oficial de la CIA. A partir de la cuarta obra el protagonista es Gabriel Allon, restaurador de obras de arte y agente secreto de Israel. La obra de ficción que comentamos (el autor insiste en que los hechos son ficticios) comienza con un atentado terrorista en la Plaza de San Pedro en Roma. La búsqueda conduce de los terroristas islámicos introducidos en organismos del Vaticano a un millonario y coleccionista de arte saudí, que financia la red terrorista. Gabriel Allon se sirve de una obra de van Gogh, recien descubierta, para interesar al coleccionista e introducir en su entorno una joven especialista en arte.
Algunas novelas de Silva parecen hechas con trozos de otras. También en esta la agente es descubierta y la trama consiste en rescatarla. Como explica el autor, se intercalan en la ficción sucesos históricos y personajes que han existido. Toda la novela es una apología de los agentes secretos israelianos, en su lucha contra los que aparecen dispuestos a eliminar el pueblo de Israel. De paso se desdibuja la figura de la iglesia católica, con personajes de la curia carentes de fe e intrigantes o un Papa que se declara culpable de no haber ayudado a los judíos durante la ocupación nazi. El autor explica al final de la narración que algunos lugares y objetos pertenecen a la ficción, pero no queda clara la diferencia con la realidad.