
Con acierto, el autor inicia las páginas de este delicioso relato con una cita del El coloquio de los perros Cipión y Berganza, de Miguel de Cervantes. Ahora, varios siglos después, Pérez-Reverte nos ofrece las memorias de ficción de “Negro”, un mastín español de ocho años, curtido en peleas de reñidero, de las que por su astucia y poderío siempre salió bien librado. En los momentos en que se inician sus recuerdos acaba de perder a sus dos amigos, Teo y Boris el Guapo, que probablemente han caído en manos de una mafia que explota la lucha a muerte entre perros. “Negro”, como buen luchador solitario, empleará todos sus recursos para buscar y librar a sus canes amigos. La transcripción al lenguaje y psicología perruna, alma de esta narración, es la clave de unos buenos momentos de fantasía y conocimiento de lo humano –por paradoja-, para cualquier lector de cierta cultura. Las referencias a las costumbres sexuales propias del ámbito canino contienen ciertas dosis de picardía, sin extralimitarse.