Historia de la confianza en la Iglesia

[Historia de la confianza en la Iglesia]
Año: 
2011
Género: 
Público: 
Editorial: 
Rialp
Ciudad: 
Madrid
Año de publicación: 
2011
Páginas: 
288
Valoración moral: 
Género: Pensamiento
Sin inconvenientes.
Requiere conocimientos generales en la materia.
Lectores con formación específica en el tema.
Presenta errores doctrinales de cierta entidad.
El planteamiento general o sus tesis centrales son ambiguos o se oponen a las enseñanzas de la Iglesia.
La obra es incompatible con la doctrina católica.
Calidad literaria: 
Recomendable: 
Transmite valores: 
Contenido sexual: 
Contenido violento: 
Lenguaje vulgar u obsceno: 
Ideas contrarias a la doctrina de la Iglesia: 
La calificación de las distintas categorías proviene de la opinión de los colaboradores de Delibris

El objetivo del libro es mostrar algunos acontecimientos de la historia de la Iglesia donde la confianza o su ausencia configuran la trama fundamental. Así se logra aprender del pasado y tener un horizonte esperanzador hacia el futuro. El análisis de las causas ayuda a entender que solo se puede alcanzar la confianza mediante la madurez humana y la profundidad de pensamiento. Comprender en su contexto los momentos críticos que se han vivido facilita superar las dificultades del presente. El autor es teólogo e historiador, experto en la historia de la Iglesia en España, en el Islam, en la Inquisición y en las leyendas sobre la Iglesia por lo que estos temas aunque de modo breve, como todos en este estudio, están tratados magistralmente. 

La Iglesia, como todas las obras divinas, se fundamenta en la confianza. En ella han vivido los cristianos su fe y su trato con Dios a lo largo de los siglos. La confianza en Dios y entre los cristianos, expresada mediante la caridad y la entrega mutua, es y será el punto de partida para la construcción de la Iglesia hasta el final de los tiempos. En ella convergen tres aspectos fundamentales: la ilusión, el acto de la voluntad y un conocimiento previo. Sobre ella se puede construir la verdadera paz y la convivencia humana. Confiar aunque podamos ser defraudados es transmitir la confianza que Dios tiene en las almas. En el ámbito del ecumenismo, para lograr que todos los creyentes se reúnan bajo un solo pastor, se precisa ante todo la confianza. 

La obra está estructurada en 20 capítulos ordenados cronológicamente. Solo señalaré algunas muestras e invito al lector a acudir a la fuente que le será de gran provecho. Los primeros cristianos tenían la seguridad de que alcanzarían la salvación si seguían a Jesús. El Apocalipsis es la gran revelación de Dios sobre Cristo y la Iglesia, y lo que acaecerá al final: ha sostenido y sigue haciéndolo a los cristianos en las dificultades mientras esperamos el fin de los tiempos. Subraya la palabra divina a favor de sus escogidos; aquí radica la esperanza y la confianza: en el amor de Dios que es fiel a sus promesas. El milenarismo es una doctrina muy difundida en los primeros siglos. Según ella, antes del juicio final y del fin del mundo tendrá lugar una primera resurrección sólo de los justos por espacio de mil años. Esta herejía rebrota muchos años después en diferentes épocas. 

San Pablo, con la ayuda de Dios, sostuvo a los fieles en la esperanza de la salvación. Sirvió de puente de unión entre Cristo y la primera comunidad cristiana. Su doctrina es una invitación a la unidad; pide a los obispos claridad y fortaleza en el gobierno ante las primeras herejías. El martirio de san Policarpo es revelador de cómo se evangelizó desde el perdón y la misericordia. Fruto de las primeras persecuciones son una cantidad ingente de mártires que no desconfiaron de Dios ni de su plan de salvación. Las herejías también fueron hechos reales en la primitiva comunidad cristiana. Los pastores subrayaban la libertad del pecador e insistían en rezar y ofrecer sacrificios por ellos y no a través de la violencia. La caridad y la entrega era el camino para propiciar las conversiones. Tertuliano terminó por exagerar la doctrina penitencial cristiana y finalizó sus días fuera de la Iglesia. El fondo fue una desconfianza en la conversión del hombre y en la realidad de que en la Iglesia también hay pecadores. 

Pelagio ponía toda la confianza en la naturaleza humana, en la fuerza de voluntad. Su doctrina era un exceso de confianza en el hombre. San Agustín combate esta herejía tan persistente subrayando la necesidad de la gracia que es eficaz y gratuita. Después surge la herejía arriana que se propaga de modo alarmante y se utiliza la excomunión y en algunos casos la violencia contra la herejía, pues se entrega al hereje impenitente al brazo secular. Desde luego que no fue un paso evangélico y por tanto debió de retrocederse siglos después. 

Por una serie de malentendidos y desconfianzas de los griegos con los latinos surge el cisma que perdura en nuestros días. Más tarde surgen las cruzadas. Miles de cristianos europeos se dirigen a la conquista por las armas de los santos lugares, convocados por el papa y sus reyes respectivos. Aunque se suele hablar de 5 o 6 cruzadas, la auténtica fue la primera como un esfuerzo por hacer retroceder al mundo islámico. Hubo torpezas contra la Iglesia ortodoxa que incrementaron su animadversión por los romanos. 

En la Edad Media la aportación de los santos fue fundamental. San Francisco de Asís y sus discípulos devuelven la fe y esperanza al pueblo sencillo desorientado por las herejías y la ignorancia. Se fundan las primeras universidades. La figura más sobresaliente fue santo Tomás de Aquino quien empieza a realizar la teología sistemáticamente. Luego vienen escuelas teológicas y pugnas entre ellas. 

En el siglo XIII por el avance de la herejía cátara el papa Gregorio IX creó el tribunal de la Inquisición para descubrir al hereje y, en caso de que no se arrepintiera, entregarlo al brazo secular para que fuese juzgado. Años después, en 1478 se puso en marcha en Castilla. El fondo era obligar a los conversos a practicar porque querían su salvación. Pastoralmente fue un error forzar la conciencia. Solo desde la libertad se alcanzan los frutos genuinos. San Juan Pablo II pidió perdón por el uso de la violencia para defender la fe. 

La reforma luterana rompió la unidad de la Iglesia y produjo el desgarro de la cristiandad. Se trata de la desconfianza en toda mediación: Tradición, sacramentos y magisterio. El cristiano se queda con sólo Cristo, sólo la fe y sólo la Escritura. El epicentro de la posterior renovación de la teología católica se sitúa en Salamanca que devuelve el vigor perdido a la teología tomista. El Concilio de Trento tuvo tres maravillosos frutos: el catecismo, el misal y la puesta en marcha de los seminarios diocesanos. 

En la evangelización destaca la obra de los misioneros jesuitas en Japón que hicieron muchas obras de misericordia y llegaron al corazón de los japoneses también por su coherencia de vida. La desconfianza de los gobernantes originó una cruenta persecución en la que hubo muchos mártires. 

La pérdida de los estados pontificios le devolvió a la Iglesia la autonomía en las cuestiones temporales y produjo una creciente autoridad moral sobre los problemas éticos y morales del mundo. La recuperación de la confianza mutua entre la Iglesia y el Estado ha sido creciente. El Concilio Vaticano II, mediante la Constitución Gaudium et Spes hizo una llamada al diálogo con las culturas y sistemas políticos para desarrollar los derechos humanos y la libertad religiosa en el mundo entero. 

La entrega generosa de la Iglesia a través de los cristianos corrientes y de sus prestigiosas instituciones de caridad y de desarrollo humano es fuente de conversiones y de expansión. Con los últimos romanos pontífices se han superado las desconfianzas del pasado y se ha mostrado que la Iglesia tiene mucho que decir a los jóvenes. La dolorosa aparición de un fenómeno de contestación dentro de la Iglesia que amenaza con hacer sucumbir la autoridad del Magisterio ha hecho sufrir mucho al papa, a los pastores y a los fieles. El surgimiento de grandes santos ha dado nueva vitalidad y ha producido frutos inmensos. Entre ellos Santa Teresita con su confianza en Dios y san Josemaría Escrivá que abrió un camino de santidad en medio del mundo a través del trabajo ordinario. 

El relativismo contemporáneo y las ideologías son una amenaza a la confianza. Los cristianos estamos llamados hoy a construir una nueva cultura y una nueva civilización que aporten los valores del Evangelio. El despertar de los laicos es un gran signo de esperanza. El Catecismo de la Iglesia universal, el nuevo Código de Derecho canónico, la reforma de los estudios eclesiásticos y de la liturgia están produciendo una teología fuerte y con ella hondos frutos de espiritualidad. 

El libro concluye con una afirmación que hay que tener siempre presente: la Iglesia es santa, pero está compuesta en la tierra por pecadores. Por eso en su historia hay luces y sombras. La Iglesia continuará a pesar de los errores del pasado porque Dios la preserva. No tienen sentido las leyendas negras, la mejor apología que se puede hacer es el estudio sereno de los documentos. Tampoco caben las leyendas rosas, que ocultan los errores, las incoherencias y narran unas vidas imposibles de imitar. Solo profundizando se puede descubrir la verdadera claridad. Lo más importante es que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Jesucristo, de aquí que sea a la vez Historia y también Historia de la salvación.

Autor: Marcela Navarro Hernández, México
Fecha de actualización: Sep 2022