
Maravillosa colección de relatos, exaltación del idioma, escritos entre 1935 y 1977, por los dos grandes narradores argentinos al alimón.
Juegan con la narración, el lenguaje, las palabras, el español y el porteño y se ríen de los galicismos, tan en boga en aquellos días. Una colaboración que comenzó, en 1935, con un folleto publicitario de poco recorrido sobre la leche cuajada de una empresa familiar de Bioy. Los dos escritores crean, a partir de 1942, un escritor-personaje para cado uno de ellos, Borges se transforma en Bustos Domecq y Bioy en Suárez Lynch.
Hay de todo, relato policiaco, con un detective, Isidro Parodi, encerrado en la celda 273, desde donde soluciona lo que ocurre en el exterior; un periodista, Gervasio Montenegro, narraciones que en ocasiones llegan al surrealismo más extremo y retratan una sociedad argentina en el tiempo. Se escuchan las risas de los dos escritores al leer algunas de estas páginas. Una satisfacción para el lector disponer una colección de escritos que merecen la lectura, a poco o de golpe. Un libro para recuperar la buena literatura con una prodigiosa imaginación y pleno dominio del idioma.