En esta obra, Montiel nos escribe sobre algunos asuntos cotidianos de la vida corriente (no sólo de los monjes), desde una perspectiva contemplativa, con pensamientos delicados, finos y con bastante sentido común. El libro está compuesto por una colección de 36 breves textos, cuya lectura va dejando un poso de paz, de serenidad ante el estrés de la vida moderna. Su meditación puede ser un buen antídoto para las prisas que nos imponen las obligaciones personales. Puede también estimular una vida de oración. Con el fin de captar mejor el espíritu del escritor, se incluyen algunas frases extraídas de los textos.
En el prólogo, Pablo D'Ors nos dice: "Tu prosa se lee sin querer, fluye, sugiere, abre, deja en suspenso... Deriva a menudo en plegaria, no se puede pedir más".
UN BANQUITO DE MADERA: La madera proclama una vida sin aditivos, con lo que me siento más retratado que con el plástico. Amo las cosas elementales, aquellas en las que el hombre no acapara el protagonismo ... Yo de rodillas, encima de mi banquito y con los ojos cerrados, hago una pequeña oración que me ayuda a ser tonto.
VIVIR EN EL AMÉN: Lanzando lejos de nosotros nuestra atención, atrapamos el momento: nunca ha sido tan ajena al tiempo como cuando he amado.
LA VIDA EN MODO AVIÓN: Todo cuanto se nos ofrece de manera simultánea, -noticias de redes sociales, canales de televisión, modelos de iphone-, multiplica nuestros apetitos y descompone nuestra atención. La cantidad nos enferma y acelera el tiempo. Cuanto más se nos brinda, más deseamos, y cuanto más deseamos, vivimos más insatisfechos.
MEDITAR NO ES PELIGROSO: Hace muchos años que practico la oración del corazón. La practico sentado en un banquito de madera ... y puedo asegurar que me ha ido transformando ... Creo que hay un despertar porque la sed es grande, y que este siglo, tan asediado por la tecnología y con tanta falta de intimidad, demanda una espiritualidad ...
MI SOLEDAD NO ES PARA MI: Mi soledad no es para mí, es un camino para llegar a todo lo que yo no soy. La soledad no es para uno.
DESTENSAR EL ARCO: Hay una ascesis intensa que viene del enemigo. Uno puede muy bien sentarse a meditar todos los días y practicar la oración del corazón, pero, a la vez que persevera, ha de tener paciencia consigo mismo, no imponerse una talla para la que todavía no está preparado. De otro modo quebrará el arco.
EL AMOR NUNCA SE ABURRE: Transforma en algo nuevo lo de siempre. Lo que verdaderamente aburre es la falta de amor.
EPÍLOGO: PABLO MI MAESTRO: Este encuentro despojó mi oración de afectividad, volviéndola más adulta. Desde entonces, no sin sufrimiento, la oración contemplativa me ha hecho comprender a Cristo no ya desde la creencia o la religión, sino desde la experiencia del Espíritu. Estas páginas han sido escritas durante ese proceso que aún hoy continúa.
Es una lectura muy agradable y provechosa.