Todo fluye, aunque tiene forma de novela, sólo da unas pinceladas sobre la vida de Iván Griegórievich. Todo fluye es una reflexión sobre la libertad. Esta novela la escribió Grossman antes de su muerte, cuando supo que Vida y destino no sería publicada en la Unión soviética, y se considera su testamento ideológico. A diferencia de Vida y destino en la que presenta a numerosos personajes implicados en la Batalla de Stalingrado, aquí Grossman presenta a muy pocos personajes, pues sólo es el marco del libro y desarrolla algunos rasgos de la vida de Ivan que ya mayor ha sido liberado de los campos de exterminio en donde ha permanecido treinta años. El grueso de la novela se refiere a la pregunta que se hace Ivan: ¿qué ha ocurrido para que la Revolución se haya convertido en el instrumento que Lenin y Stalin han utilizado para acabar con la libertad en la Unión soviética? El análisis es profundo y claro. Explica por qué la revolución, después de dinamitar la estructura de la sociedad rusa, eliminó sistemáticamente todo vestigio de libertad aniquilando en los campos de exterminio hasta tres generaciones de revolucionarios; a estas muertes se añadió la eliminación metódica de millones de personas a causa de las colectivizaciones y las hambrunas. Gracias a esto se instauró una nueva generación que dejó que el Estado y el partido comunista se organizara sobre todo y sobre todos.
Explica cómo junto a rasgos “normales” en la vida de Lenin, tenía odio al adversario y esto unido a la tiranía y al asesinato constituyó su forma de gobierno. Su continuador fue Stalin que lo llevó hasta el extremo durante décadas y lo mantuvo con un sistema policial (que ya había existido bajo el zarismo). Considera que el resentimiento acumulado durante un milenio de sometimiento de los siervos fue aprovechado por Lenin para lanzar la Revolución, pero Stalin explotó y aprovechó al máximo la costumbre inveterada del acatamiento de los rusos para imponer el Estado en toda la URSS. Ahí enlaza con la idea del “alma rusa” tan querida por Dostoievsky y otros intelectuales del siglo XIX. Grossman plantea que estos intelectuales no captaron hasta qué punto era profundo la costumbre del sometimiento en Rusia. Por eso considera que realmente fue revolucionario el decreto de libertad de los siervos del siglo XIX pues este sí se trataba de un camino abierto hacia la libertad. Grossman conecta el triunfo del Partido comunista y del Estado sobre la persona con la historia milenaria del sometimiento de los siervos de Rusia (algo inexistente desde hacía siglos en Occidente) A pesar de todo Iván, el alter ego de Grossman, explica al final que todo lo inhumano (no sólo los proyectos, si no las leyes…) acabará por desaparecer porque la libertad es contraria a lo inhumano y la libertad, por estar vinculada con la dignidad humana, no desaparecerá nunca.
V.S. Grossman (1905-1964) fue periodista y escritor. Su testimonio sobre los campos de exterminio nazi fue utilizado en Nuremberg. Pensando que el régimen de N. Jruschov era más abierto trató de que su principal obra, Vida y destino, se publicara en la Unión soviética, pero un miembro del gobierno le comunicó que por antisoviética, no se publicaría hasta pasados doscientos o trescientos años. A su muerte, en 1964, Vida y destino permanecía inédita hasta que se publicó en Occidente. Más tarde, en 1988 se divulgó en la Unión soviética y alcanzó gran éxito. Todo fluye lo escribió entre 1955 y 1963, ya sometido a ostracismo.