
Inédito en español hasta la fecha, Walter Kempowski (1929-2007) fue uno de los autores alemanes más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Esta interesante novela se considera un hito literario por su exploración de un periodo de la historia alemana silenciado en la literatura de este pais.
Estamos en Prusia Oriental, enero de 1945. Ha comenzado el masivo éxodo alemán, que huye hacia el oeste, ante el avance del Ejército Rojo. Varios personajes encontrarán refugio en Georgenhof, una magnífica hacienda donde viven Katharina von Globig, en ausencia de su marido que está en el frente, y su hijo Peter, y una tía lejana. El marido de Katharina se llama Eberhard von Globig, y es oficial especialista del ejército alemán: se encarga del abastecimiento de la población alemana. Katharina es una mujer muy guapa, pero muy soñadora, que está un poco en la nubes, pero es bondadosa y generosa. No era mujer de campo, lee mucho y le hubiera gustado ser librera. Se conocieron en el Balneario Báltico de Cranz. Ambos son miembros de la nobleza funcionarial guillermina desde 1905. Peter tiene doce años, es silencioso y serio. Nadie sabe bien lo que pasa por su cabeza. Poco a poco irá espabilando. La tía es una figura simpática que hace de ama de llaves y, en realidad, está al tanto de todas las cosas, aunque reniegue continuamente.
Aprovechando el buen ambiente reinante, van pasando personas bastante pintorescas: por ejemplo, una mujer desconocida nazi con un violín, que se dedica a amenizar la vida de los heridos en los distintos hospitales. Con bastantes dificultades, llega también a pasar la noche un cabo primero, con el fin exclusivo de poder escuchar a la excelente violinista. Poco después pernoctará un hombre extraño que es pintor artístico; pinta los lugares más pintorescos de los parajes por donde pasa. Llega un economista con muletas y mucho frio con una fabulosa colección de sellos. Dan cobijo también a un judio, hecho que desencadenará fatalmente los acontecimientos de la familia.
Está muy bien escrita. Se describe con bastante realismo y verosimilitud la peculiar situación de la mansión de Catharina. Queda patente la capacidad del hombre de ayudar a los demás, y de vivir la generosidad con quienes lo necesitan. Es una buena novela, el único inconveniente es que a mitad de la novela se introducen algunos detalles sensuales, aunque sin descripciones.