A la muerte de su marido David en un accidente, Elizabeth Coughlin descubre que la granja que ambos han luchado por levantar está hipotecada y en bancarrota. Son los años posteriores a la Guerra Civil, y las plagas y los especuladores han empobrecido a muchas familias del Oeste. Con ayuda del hermano de David, Michael Coughlin, un aventurero de oscuro pasado que ha vuelto tras años de ausencia, Elizabeth concibe un proyecto casi temerario: una expedición más allá de territorio indio para cazar bisontes y hacer una fortuna en medio del desierto más inhóspito del país.
Es como una película del oeste, ágil, viva, de mucha acción. Cuando describe los fenómenos meteorológicos, te encuentras metido en ellos. Los personajes son duros, tenaces, rectilíneos, sin tapujos. Reconstruye la época de las grandes matanzas de bisontes, en la segunda mitad del s. XIX, sobre todo para usar las pieles como correas de transmisión de la industria.