El hombre es el único ser de la creación material que puede ser consciente del tiempo, esa realidad que nos cambia profundamente a medida que transcurre. El tiempo da forma a nuestros pensamientos, a los afectos, a nuestra memoria y, desde luego, a nuestra voluntad, siempre deseosa de salir fuera de él, de trascenderlo.
Con gran finura y agudeza de pensamiento, Carlos Javier Morales va haciendo un análisis existencial y antropológico de esa dimensión tan propia nuestra, ya que somos cuerpo y espíritu. Antes que ser un obstáculo para llegar a ser quien quiero ser, esa dimensión temporal y biológica nuestra nos puede ayudar mucho: ciertamente nos impone límites, pero al mismo tiempo es la herramienta para llegar a ese ideal de vida buena, ese ser virtuoso plenamente acabado, que está como deseo en nuestro interior.