Sonreír. Amabilidad y buen humor en la vida cotidiana

Con frecuencia, los adolescentes viven esta situación con un sufrimiento particularmente agudo. Así lo expresa la co-protagonista de dieciséis años de la apasionada historia contada en Alguien con quien correr: “Soy así. No consigo acercarme realmente a nadie. Es un hecho. Es como si me faltara esa parte del alma que se encaja en los demás, como en los Lego. Que une verdaderamente con otra persona. Al final todo cae a pedacitos. Familia, amigos. Ya no queda nada” (David Grossman). A partir de estas observaciones comienza nuestra reflexión sobre el papel de la afabilidad, del buen humor, de la cortesía y de la sonrisa en las relaciones humanas. Una reflexión que no se dirige solo a especialistas en el estudio del comportamiento y de la ética, sino que busca responder a preguntas y exigencias comunes a muchas personas (¿a todas?). Tal vez también por esto, muchas ideas se han tomado de la literatura, que con frecuencia consigue hacer ver la realidad de un modo muy convincente, a través de personajes e historias que hablan por sí mismos.

El lector notará también la frecuente referencia a autores cristianos, antiguos y recientes. Una de las conclusiones a las cuales se llega reflexionando acerca de la sonrisa, la delicadeza y la afabilidad, es que deben ser características esenciales de un cristiano. De hecho existe un amplio patrimonio de reflexiones y profundizaciones sobre estos temas que pertenece a numerosos autores cristianos, en particular católicos, de todos los tiempos. Si bien estas reflexiones no se dirigen solo a personas creyentes, una de las ideas que las anima es justamente la necesidad de un nuevo humanismo en nuestra sociedad que encuentre en Jesucristo su modelo cumplido. Entre los autores que serán citados en estas páginas resaltan algunos que consiguen presentar el nuevo humanismo cristiano de una manera muy adecuada a nuestros tiempos: G. K. Chesterton, Romano Guardini y san Josémaría Escrivá (además de los últimos dos Papas).