
Las obras de Solzhenitsyn fueron muy conocidas y vendidas en su momento. Constituyeron un arma en plena guerra fría. En medio quedaba el escritor, desasistido y abandonado a su suerte, con una idea clara, terminar con los bolcheviques y la Unión Soviética. Joseph Pearce ha sabido revisar la biografía del gran escritor ruso marcado por su tiempo y por el único tema que le interesaba, recuperar Rusia y la religión cristiana ortodoxa de lo más profundo del hombre y del estado soviético.
Solzhenitsyn, físico y matemático con fuerte impronta humanista, había abandonado la tradición religiosa de su familia, aunque siempre recordarba la asistencia a la liturgía con su abuela y con su madre. Huérfano de padre, muerto en la primera guerra mundial, valedor del nuevo sistema soviético, casado con una compañera de estudios, incorporado en el ejército soviético y luchador contra el tercer Reich. Pero sobre todo era escritor y un soñador. Cuando a un íntimo amigo le requisaron un manifiesto elaborado por ambos para mejorar el estado soviético empezó la tragedia: detenciones, degradación militar, interrogatorios, cambios de un campo de concentración a otro, hasta cumplir diecisiete años de cautiverio. El escritor se encuentra con la miseria humana, pero también empieza a vislumbrar a Dios y con la base de la historia y cultura rusa, la iglesia ortodoxa.
Una vez liberado ya no le espera su esposa, trabaja como maestro de escuela y escribe todo lo que guardaba en su mente. Sin odio, analiza y cuenta lo que ha visto. Termina El primer círculo, Un dia en la vida de Ivan Denisovich, mientras recoge material para su famoso Archipiélago Gulag y prepara la trilogía de La rueda roja. También escribe sus poemas en prosa y una experiencia personal, Pabellón de cáncer, cuando tuvo que ser tratado por un tumor abdominal; el hombre ante la muerte y su destino eterno.
Las publicaciones fueron un suplicio. Salió una, las demás fueron prohibidas, pero circularon en fotocopias, los conocidos samizdat. Le otorgan el premio Nobel y no pudo recogerlo. Las autoridades soviéticas no saben si internarlo o exiliarlo. Él se mantiene firme y deciden enviarlo a occidente con su segunda esposa y sus tres hijos. Allí Solzhenitsyn se convierte en una referencia. Molestaba tanto al bloque soviético como a los progresistas occidentales. Su mensaje es recuperar a Dios, recuperar el sacrificio y la pobreza, terminar con el materialismo, comunismo y consumismo. Se siente incomprendido en occidente, el trato recibido en su visita a la nueva España democrática le marcó profundamente, y se encierra, a trabajar, en su casa de Vermont, Estados Unidos, con la idea de que debe volver a Rusia, pero nunca a la Unión Soviética. Al fin volvió y aunque siguió siendo una referencia molesta, todos querían aparecer junto a él.
Pearce recorre la vida de Solzhenitsyn, escribe su biografía a partir de personas cercanas al escritor, de sus escritos, lo cual quita rapidez a la lectura, y de la entrevista personal que ambos mantuvieron. Apunta los muchos hechos políticos que ocurrieron en esos años, sin entrar en detalles que no tengan interés para explicar el personaje, y da a conocer la evolución y los sinsabores de la publicación de la obra del mejor escritor ruso del siglo XX.