
El título de esta novela negra alude a la porción de la capital francesa en la que se mueve el relato: la ciudad está a punto de ser reconquistada por los Aliados (1943) y los servicios consulares españoles, en esta encrucijada histórica, gozan de una cierta libertad de movimientos para investigar los asuntos que les conciernen. El comisario Polo acude a este “pequeño París” para resolver un caso iniciado en su lugar de trabajo habitual, Granada. Las incidencias se complican con varios asesinatos y, al margen de la Gendarmería y la Gestapo, Polo ha de moverse siempre en aguas inseguras, en un ambiente y unos colaboradores que desconoce. Se introducirá en los bajos fondos, se encontrará con republicanos que huyeron de España al finalizar la Guerra civil, recibirá el apoyo de los funcionarios del gobierno de Franco y, como es lógico, logrará desentrañar la trama oculta. La calidad literaria y novelística del relato no es especialmente alta, especialmente en el galimatías estilístico de las 30 primeras páginas. En cambio, el contenido moral e ideológico del libro es apto para todos los públicos, sin escenas crueles ni sensuales.