
Los escritos de los tres autores coinciden en el modo de tratar la virtud de la paciencia, y señalan su estrecha relación con virtudes como la humildad, la fortaleza o la caridad. Es Dios quien primero vive esta virtud, tolerando los pecados e injurias de los hombres. La paciencia reside en Él, y de Él proviene. Jesús, como Hombre y como Dios, enseña a los hombres a ser pacientes con su ejemplo, su Pasión y su muerte en la Cruz.
Cada uno de estos autores expone brevemente la importancia y características de la virtud cristiana de la paciencia, que tiene su modelo en Cristo. Muestran también la paciencia de los santos, ayudan a crecer en visión sobrenatural y espíritu de mortificación ante las contrariedades.