La lectura siempre ha sido uno de mis grandes gustos, y también escribir. Aunque estudié Ingeniería y ahora doy clases universitarias de Álgebra y Cálculo, la verdad es que la literatura ha estado muy presente en mi vida desde niño. Mis padres siempre fomentaron en mí y mis hermanas el gusto por leer y la biblioteca de la casa comenzó a crecer y a crecer: los primeros años con Harry Potter y el Señor de los Anillos, y después fueron llegando Hamlet, el Aleph, Ana Karenina… Terminando el colegio comencé a escribir y a participar en concursos, y gané alguno que otro en la Universidad.
Ya dije que soy ingeniero (¿dónde entra la lectura aquí?) pero la verdad es que la literatura forma una parte muy importante de mi vida. No puedo concebir el descanso en unas vacaciones sin un buen libro. Sé que sobre gustos no hay nada escrito, y sé que a muchos (por no decir la mayoría) la lectura supone una gran dificultad, a veces no por el hábito, sino por no tener tiempo suficiente para leer con tranquilidad.
En el último tiempo de forzoso encierro debido a la pandemia, se hizo evidente el extraordinario aumento online de series, películas, películas de series y series de películas, que cobraban cada vez más tiempo en la vida de varios amigos (¿quién puede culparlos?). Con el ánimo de hacer un poco de contrapeso a la situación (sin que esto sea un menosprecio de Netflix y las demás plataformas), se me ocurrió hacer un grupo de lectura con amigos para conversar.
La idea era sacar adelante un grupo totalmente “profesional”, no que fuese una simple reunión con amigos cada cierto tiempo. Había que inscribirse formalmente, y para eso se había publicado el calendario de las reuniones con varias semanas de anticipación, etc. Pensé en esta estrategia no solo para destacar el nivel cultural de las reuniones, sino especialmente para que los asistentes se sintieran comprometidos a asistir. Sabía que no sería fácil, ya que en ocasiones leer una novela entera puede ser cansador, también si los temas son un poco difíciles, o los personajes no llaman particularmente la atención. Tenía que hacer algo atractivo, tanto por los textos mismos como por el tiempo a invertir.
Así comenzaron las sesiones de “Hablemos de opuestos en la literatura”. Diez sesiones de 45 minutos, cada viernes, donde comentábamos ejemplos (y antiejemplos) de dos temas presentes en cuentos cortos, extractos de capítulos o en escenas de obras de teatro (no cosas muy largas, sino algo que fuera fácil de leer durante la semana). Hablamos de Verdad-Mentira, Traición-Lealtad, Amor-Odio, Guerra-Paz... así, diez sesiones. La experiencia fue increíble. Se comenzaba con una pequeña introducción de la vida de los autores, su background literario, y las obras más famosas que habían escrito. Al principio la modalidad debió ser solo online, hasta que -cuando la cuarentena lo permitió- pudimos juntarnos a conversar mientras tomábamos un café.
Cada semana comparábamos puntos de vista distintos, compartiendo nuestras diferentes consideraciones. Fue una gran oportunidad para llenar los días de pandemia con Shakespeare, Borges, Stevenson, Tolstoi, London, Chekhov, Mauriac…, pero, sobre todo, de la oportunidad de conversar. Abrirse a la riqueza de otros puntos de vista, de la cultura de un texto que presenta nuevos universos o planteamientos que elevan la reflexión a ideales más profundos. En fin, una de los consecuencias más positivas -y, de hecho, inesperadas- fue que el ambiente de mi propia casa también “entró en sintonía”, y comenzó a ser habitual que durante las comidas se hablara de los textos que se leerían esa semana o de la vida de los autores (muchos desconocidos hasta entonces). Como los textos eran breves (unas diez o quince páginas por sesión) hasta los más exigidos en su horario lograban acomodarse para poder participar.
Este grupo de lectura fue una gran experiencia; ojalá muchos más se animen a encontrar en la literatura una oportunidad para conocer gente nueva, o redescubrir al amigo que tienes al lado, abriendo esos universos portátiles que llamamos libros (y que no muerden… por lo general).
Al finalizar las diez reuniones, Pablo y Arturo, dos amigos que fueron “de los fundadores” del grupo, comentaron motivados que continuáramos con las sesiones, pero bajo una nueva versión: “Hablemos de detectives en la literatura”. Más adelante les contaré cómo nos va. Por ahora, les dejo una lista de los textos que leímos por si alguien quisiera replicar el grupo de lectura (marco con * los tres votados como favoritos del público).
Lealtad y Traición
J.R.R. Tolkien - El Señor de los Anillos: El retorno del Rey (Extractos del Capítulo 13: El monte del Destino).
*J.L. Borges – La forma de la espada
Libertad y Esclavitud
R.L. Stevenson – El diablo de la botella
A. Solzhenitsyn – Un día en la vida de Iván Denísovich (Extractos del Capítulo 1)
Amor y Odio
O. Henry – El regalo de los Reyes Magos
F. Mauriac – Nudo de víboras (Capítulo 1)
W. Shakespeare – La tragedia de Romeo y Julieta (Extractos de los Actos I y II)
Belleza y Fealdad
*O. Wilde – El cumpleaños de la Infanta
Biblia Universidad de Navarra (ed.) – El cantar de los cantares
Verdad y Mentira
H. Böll – La balanza de los Balek
J. Zorrilla – A buen juez, mejor testigo
Ruido y Silencio
E. A. Poe – El corazón delator
J. London – Colmillo Blanco (Capítulo 1)
Compañía y Soledad
J. Cheever – El nadador
J. Cortázar – Casa tomada
Guerra y Paz
G. de Maupassant – Dos amigos
G. Flaubert – Un corazón sencillo
Alegría y Tristeza
A. Chekhov – Vanka
H.C. Andersen – La niña de los fósforos
H.C. Andersen – Los zuecos de la felicidad
Tiempo y Eternidad
*L. Tolstoi - ¿Cuánta tierra necesita un hombre?
J.L. Borges – El milagro secreto
Carlos Pirela. Chile. 2021