Guy, centro de un nutrido círculo de familiares y amigos, está en su lecho de muerte. Sus ojos releen por última vez la Odisea mientras su esposa Gertrude recibe el apoyo de una cohorte de allegados (intelectuales, artistas, abogados y miembros del Parlamento) que se dejan caer por la casa cada semana. Es justo entonces cuando Anne, su mejor amiga de la universidad, llama a su puerta por sorpresa, tras haber pasado los últimos quince años en un convento de clausura. Aún en busca de su fe perdida, Anne se instala con Gertrude, que empieza a sentirse como una Penélope cercada por sus pretendientes: no solo por el melancólico Conde, hijo de exiliados polacos, que siempre ha estado enamorado de ella, sino también por el afable y exitoso Manfred o por el respetable y distinguido Moses… Sus días se complican tras la muerte de Guy, cuando Gertrude, abrumada por tantos requerimientos, decide refugiarse en su amiga Anne y viajar a Francia con la decisión de vender la casa que allí compartía con su marido.
Novela sorprendente y extraordinariamente bien escrita. Recuerda a las novelas inglesas del XIX, por el estilo, las situaciones, los intereses..., pero trasladada a nuestra época. Amistad, amor, disimulos, pasiones, Dios, paisaje... Ligereza y profundidad a la vez en los diálogos, con un estilo muy vivo.
Algunas situaciones de algunos protagonistas no son nada ejemplares, pero no hay descripciones explícitas.