Expone el nuevo método para regular la relación entre uno mismo y la tecnología para desconectarse de internet y volver al mundo real: lo llama minimalismo digital. Se trata de recuperar el control por medio de reducir las distracciones y así lograr enfocar la atención en un mundo ruidoso. Afirma que la tecnología no es buena ni mala en sí misma, la clave está en usarla de acuerdo con nuestros valores y necesidades. Con datos concretos muestra cómo atrás de las nuevas tecnologías hay intención de ganar mucho dinero por parte de las grandes empresas.
Hace ver cuánta gente joven ya es adicta al teléfono inteligente: esta adicción lleva al agotamiento y a manipular su estado de ánimo. Es necesario gozar del mundo off line y reconectar con nosotros mismos. Para reeducarnos en el uso de las tecnologías sugiere varios caminos prácticos. Entre otros está la dieta digital de 30 días. Alejarse durante ese tiempo de las actividades en línea opcionales. Para que sea efectiva hay que planear bien otras actividades para el “ocio inteligente”.
Lo que se quiere recuperar por encima de todo es la reflexión personal, que requiere silencio, soledad y evitar sonidos continuos que impiden pensar. Defiende la importancia de las largas conversaciones cara a cara, de perderse en buenos libros, hacer manualidades o salir a correr sin que la propia mirada se escape hacia el móvil. Acompaña su exposición con muchos ejemplos de la vida real que dan fuerza a su argumentación. El estilo es ameno y sencillo. Muy recomendable.