
El conocido autor de Cómo llora Sevilla, poético reportero de las procesiones de Semana Santa de esta ciudad, entrevista imaginariamente en este volumen a los personajes que trataron a la Madre del Señor, glosando con sensibilidad y corazón los detalles que constan en la Sagrada Escritura. Puede decirse que acierta en su empeño, ante una tarea no fácil, que exige respeto a las enseñanzas de la Iglesia y contener la imaginación para no saltarse el marco de lo verosímil. Los “contemporáneos” traídos a colación abarcan desde Ana la profetisa y el anciano Simeón, o un sirviente de las bodas de Caná y Nicodemo, hasta el mismo san José, el Arcángel Gabriel, los dos Juanes (Bautista y Evangelista), San Marcos, la Magdalena y por último también Jesús Nuestro Señor. El texto tiene en bastantes ocasiones enjundia de lectura espiritual: otras veces compromete la agilidad del discurso con exceso de barroquismo.
No hay que olvidar que el autor escribe durante la resaca del posconcilio y la teología de la liberación. Esto ayudará a no malentender dos o tres afirmaciones sobre el devenir de la Iglesia, por ejemplo, cuando se dice: los hombres en ocasiones llegarían a desfigurar su misma esencia, o en la p. siguiente: la Iglesia histórica iba a sucumbir a veces ante las tentaciones de poder…. Aparecería como pura institución férrea de cánones, leyes, normas y decretos. Cabe también observar que el texto se aparta algo del relato literal de lo que ocurrió el domingo de resurrección, por una justificable licencia poética que no dará lugar a malentendidos.