En esta obra, Lewis analiza desde muy variadas perspectivas, cuatro manifestaciones del amor humano: el Afecto, la Amistad, el Eros y la Caridad. Antes de tratarlos, distingue —en el capítulo primero— dos categorías formales del amor humano: el Amor-que-da o amor de donación y entrega desinteresada de la persona; y el Amor-Necesidad, amor interesado que nace de una carencia o vacío de la propia persona. Con esta distinción da la clave de los desórdenes del amor: los amores humanos “son realmente como Dios, pero sólo por semejanza, no por aproximación”. Si se confunden estos términos, “podemos dar a nuestros amores humanos la adhesión incondicional que le debemos solamente a Dios. Entonces se convierten en dioses: entonces se convierten en demonios. Entonces ellos nos destruirán y también destruirán. Porque los amores naturales que llegan a convertirse en dioses no siguen siendo amores. Continúan llamándose así, pero de hecho pueden llegar a ser complicadas formas de odio”. Esta idea la aplica Lewis en los siguientes capítulos a los diversos amores: el amor hacia cosas materiales, el afecto, la amistad, el eros. Tras este recorrido, aborda la Caridad. El autor defiende, a la luz de las páginas anteriores, que los amores naturales no son autosuficientes y requieren el Amor a Dios. En esta dependencia radical de los cuatro amores respecto al Amor, “en este yugo, reside su verdadera libertad; 'son más altos cuando se inclinan' (...) Cuando Dios llega (y sólo entonces), los semidioses pueden quedarse”.
J.J.M.