Este es uno de los textos más autobiográficos de este escritor griego afincado en Suecia, pues narra su infancia y juventud hasta el momento en que decide emigrar a Estocolmo, donde se afianzará su vida como escritor, tanto en griego como en sueco, y formará una familia. El texto se completa con referencias a los viajes posteriores a Grecia, con ocasión del fallecimiento de su padre y de otros parientes, para atender a su madre hasta que fallece o para recibir algún homenaje como reputado escritor.
El libro tiene alta calidad literaria y está muy bien traducido del griego moderno por Selma Ancira. Además, se describe bien la situación de Grecia al terminar la Segunda Guerra Mundia, durante la guerra civil y en los momentos posteriores, con muchas tensiones, odios, pobreza, etc.. Si algo ha dejado huella en su vida, han sido sus padres, que tuvieron que superar muchas dificultades para sacar adelante a la familia, con una honradez y coherencia admirables.
El autor manifiesta que perdió la fe pronto, tal vez por una mala formación, pues su idea era la de un dios justiciero, castigador, lejano. Se acerca luego a ideas revolucinarias cercanas al marxismo hasta que en Suecia se identifica más con el socialismo de allí. A pesar de todo, no le resulta fácil olvidar sus raíces culturales. Hay un trasfondo de humanidad y de deseo de bien y de justicia, pero parece que cerrado a la trascendencia.