
Son textos de una cultura cristiana, como señala el subtítulo de este breve libro. Su finalidad es mostrar un mensaje positivo y alegre. El cristiano gusta de la vida y sueña con el futuro cuando conoce a fondo el Evangelio. La Iglesia ha proclamado a lo largo de su historia que el cristianismo es una fiesta fundada en la Encarnación del hijo de Dios que ha redimido a toda la humanidad.
Los autores elegidos son de las figuras más sugerentes de la literatura y el pensamiento cristiano. Sería muy largo mencionarlos a todos: algunos de ellos son san Pablo, san Agustín, santa Teresa, Dante, santa Teresita, san Juan de la Cruz, Pascal, Dostoievski, Chesterton, Claudel, Cervantes, Manzoni, Bernanos, Lewis, Guardini, Edith Stein, Gilson, García Morente, san Josemaría Escrivá de Balaguer, san Juan Pablo II, Benedicto XVI, Leonardo Polo, Millán Puelles y para finalizar se presentan algunos salmos de especial belleza y una parte del pregón pascual que la liturgia reza el domingo de Resurrección. Están agrupados temáticamente en tres áreas: corazón, pensamiento y vida. Los apartados del libro son, sentir como cristianos, pensar como cristianos y vivir como cristianos.
En el primero se muestra la fuerza creativa del corazón que el cristianismo ha defendido. Es equivocado entenderlo como represor de los sentimientos y rigorista, a pesar de que así se le critica. Una muestra clara son la liturgia, las vidas de los santos, los sacramentos y la literatura cristiana. En la contemplación del corazón compasivo de Jesús el cristiano se hace más humano y libre. Quien ama a Cristo puede hacer lo que quiera porque su amor está unido a la voluntad de Dios.
El pensamiento cristiano reivindica la idea de que la naturaleza se apoya en la racionalidad. Estimula la investigación. No se opone a la ciencia ni al progreso. Quiere dar respuesta a las preguntas esenciales que están más allá de la ciencia, como el sentido de la vida, el modo de tratar a los demás hombres o lo que habrá después de la muerte. Las verdades reveladas nunca se oponen al conocimiento natural y liberan al hombre de la oscuridad.
Para vivir como cristiano hay que esperarlo todo de Cristo. La Iglesia facilita el encuentro personal y comunitario con Cristo en la Eucaristía. Por este sacramento nos podemos cristificar, y esta transformación provoca el entusiasmo y la fascinación por el Amado con bondad y buen humor, con comprensión y sinceridad, con esperanza, y sobre todo, con mucho amor.
La utilidad de esta obra es clara. Por su profundidad, es necesario leer despacio cada uno de los textos, algunos quizá varias veces y reflexionar sobre su sentido y alcance. Pueden utilizarse por separado para transmitir el cristianismo desde una perspectiva muy atractiva, para presentar un modelo de vida convincente, libre, amante del mundo y de la cultura.