
Cuando Walter Hartright, joven profesor de dibujo, se encuentra de madrugada en un camino con una misteriosa mujer vestida de blanco que le habla de Limmeridge y de su propietaria fallecida, la señora Fairlie, no puede imaginarse que está empezando a vivir una aventura de consecuencias imprevisibles. Su traslado, justo a continuación, a una mansión de la costa noroeste de Inglaterra para instruir a dos hermanas, le servirá para encontrar el amor en una de ellas y desencadenar una fascinante intriga que irán relatando varios de sus protagonistas, entre los que destacan la enérgica y perspicaz Marian Halcombe y el extravagante y muy maquiavélico conde Fosco.
Está escrita como un conjunto de cartas y testimonios, narrados por distintos protagonistas que van completando el marco de los hechos acaecidos en el libro. Es una novela de sensación, género literario que surge de anteriores géneros: melodramas y novelas de Newgate. Este género une el género romántico, gótico y contiene tintes criminales. Se considera esta novela como la iniciadora del género. La dama de blanco está cargada de misterio, reflejo de los claroscuros de la era victoriana, y que el lector difícilmente podrá dejar una vez comenzada.