
El drama del suicidio deja en las familias que lo han padecido unas heridas dolorosísimas que, por desgracia, no encuentran fácilmente en nuestra sociedad el bálsamo de la comprensión. El suicidio es sin duda un tema tabú y Javier Díaz lo afronta en este libro de manera abierta, valiente y esperanzadora. Y lo hace desde la experiencia del propio dolor tras el suicidio de su madre. El libro es profundo, lleno de humanidad y también de fe, amor y confianza en la misericordia de Dios. Es también tremendamente sincero. El autor no esconde nada en su largo proceso de curación, guiado por su fe y su profundo amor a Dios. Y es precisamente aquí donde el libro se muestra maravillosamente consolador.
Ayudará mucho a las personas que han sufrido esta dura situación en sus propias familias y también a los que, de alguna manera u otra, han de ayudar a otros a curar esas heridas: sacerdotes, agentes pastorales, familiares y amigos, etc.