Reflexión del Cardenal Ratzinger sobre el misterio del culto cristiano, para mostrar con mayor claridad su íntima naturaleza. El autor, partiendo de esa reflexión, propone una profundización en la fundamentación teológica de la renovación litúrgica, uno de los puntos centrales del Concilio Vaticano II, cuyo espíritu en muchos casos no ha llegado a los cristianos con la misma rapidez que los cambios exteriores. Ratzinger va más allá de la explicación acerca del sentido de unos cambios que pueden aparecer como adaptación al ambiente de una época, y pone de relieve el hecho de que la liturgia —y el espíritu que la impulsa— es revelación del mismo espíritu que anima a la Iglesia. Insta a recuperar elementos que faciliten el espíritu de fe y piedad en la celebración del Sacrificio de la Misa, y la necesaria continuidad entre Liturgia y vida cristiana.