El concepto del pecado

[Über den Begriff der Sünde]
Año: 
1977
Género: 
Público: 
Valoración moral: 
Género: Pensamiento
Sin inconvenientes.
Requiere conocimientos generales en la materia.
Lectores con formación específica en el tema.
Presenta errores doctrinales de cierta entidad.
El planteamiento general o sus tesis centrales son ambiguos o se oponen a las enseñanzas de la Iglesia.
La obra es incompatible con la doctrina católica.

En este librito, que ha conocido diversas fases redaccionales (desde la primera de 1953 hasta la última en 1976), Pieper ofrece, más que un tratado sistemático, algunas consideraciones que ayudan a precisar la noción de pecado, fundamentalmente desde el ámbito filosófico, aunque obviamente en diálogo con la fe y la teología. La reflexión del autor se nutre primordialmente del pensamiento de Santo Tomás de Aquino, lo cual no impide que Pieper acumule a lo largo del texto interesantes citas de otros filósofos, desde Platón y Aristóteles hasta Kierkegaard, Nietzsche o Hartmann, así como de otros autores y también teólogos contemporáneos.
Los argumentos cardinales del libro están destinados a mostrar, con acierto, que el pecado sólo se puede entender en su sentido último en relación con Dios. Aunque caben algunas descripciones del pecado como defecto, desorden, etc., el pecado se define de verdad solo en referencia a Dios, pues el desorden, el ir contra naturaleza, implica precisamente una naturaleza dada por creación, un Creador, contra el que el pecado actúa. Es interesante, en este sentido, la parte dedicada a mostrar la importancia del concepto de naturaleza para la teología. Pieper da luces también para entender el pecado como aversión describiéndolo como un querer la libertad sin su origen.
A lo largo del libro el autor hace referencias sobrias y generalmente atinadas a la teología. Sin embargo, al hablar de la distinción entre pecado venial y mortal (pp. 84-87), Pieper parece acoger la teoría que propugna una triple distinción entre pecados leves, graves y mortales. Aunque los motivos que aduce Pieper para esto (tomados del teólogo holandés Schoonenberg, en su libro Man and Sin) no carecen de interés y muestran la necesidad de seguir profundizando en la cuestión, la triple distinción, al final, lleva prácticamente a aumentar la lista de los pecados veniales y disminuir considerablemente la de los mortales, reduciéndolos casi exclusivamente a opciones “fundamentales” contra Dios. Tal vez las razones aducidas deberían completarse con otras afirmaciones de la enseñanza de la Iglesia, que tiene fuertes razones basadas en la Escritura, en la Tradición y en la experiencia, para mantener la división tradicional de los pecados. A este propósito, se puede ver la enseñanza de Juan Pablo II en la Exhort. Ap. "Reconciliatio et Poenitentia", n. 17.
S.S. (2008)