
En tiempos pasados, se predicaba mucho sobre la muerte, el juicio, el infierno, el purgatorio y el paraíso, a veces, con tintes más bien tremendistas. Hoy, más bien ocurre lo contrario, parece que son temas olvidados o sobre los que se prefiere no pensar mucho. Por esto, el nuevo libro de Ángel Cabrero, que ya trato de estas cuestiones en el anterior ("Trascendencia"), es muy oportuno, porque, con abundantes símiles y ejemplos tomados de sus experiencias montañeras, nos marca el camino que lleva a la felicidad.
El punto de partida es la búsqueda de la verdad, de lo que da sentido a la existencia. Después, nos va marcando la ruta, que solo se puede recorrer libremente: la conciencia como GPS, lo que necesitamos llevar en la mochila para progresar en el amor a Dios y al prójimo... Punto importante es la figura del guía, que todos necesitamos, aunque también podemos serlo para los demás. Uno de los capítulos se centra en el matrimonio, camino de dos, no siempre fácil de compartir. El trayecto no es senda de rosas, hay dificultades, la tibieza, la pereza (zarzas), niebla (la soberbia), que pueden desanimarnos o alejarnos del buen camino, pero que se superan con la alegría, la templanza, el impulso que nos da la gracia..., hasta que llegamos a la cumbre con la muerte, a la que pueden suceder el abismo (infierno), la antesala (el purgatorio) o la meta verdadera (el cielo).
Libro escrito con claridad, hay interesantes citas y numerosos ejemplos, para un público amplio, que trata de cuestiones insoslayables de un modo atractivo, porque invita a afrontar el día a día con talante deportivo y audaz, sin dejarse engañar por los falsos paraísos que a menudo se nos ofrecen.