Reflexión sobre el nihilismo del siglo XX. El libro parte de los hechos ocurridos en New York el 11 de septiembre de 2001. La referencia a Dostoïevski está en concordancia con los estudios comparativos que hace el autor de actitudes y sucesos contemporáneos con obras literarias que ya denuncian muchas filosofías y actitudes contemporáneas (en este caso lo hace con “Los endemoniados” de Dostoïevski). El nihilismo -plantea Glucksmann- no es una teoría individual pasajera, sino que está en la conciencia de quienes hoy como ayer justifican -en aras de la obtención de su felicidad o de sus intereses- el sufrimiento que generan. Pone algunos ejemplos del pasado (Madame Bovary, encarnación de la banalidad del mal individual que tanto ha influido en Occidente), pero se centra en hechos históricos (el integrismo islamista de Mohammed Atta, el terrorismo de Estado…) que considera igualmente frutos del nihilismo. De ahí pasa a analizar numerosos aspectos de la sociedad occidental que son fruto del nihilismo, y se aceptan como algo positivo, a pesar de la maldad que conllevan. Al final afirma que hay salidas para el nihilismo: “Las profecías anunciadas por la gran literatura catártica, “desveladora”, no son tan sólo vacuna que nos ayuda a resistir; son también una prueba viva de que el nihilismo no es invencible”. Aunque Glucksmann se mueve en el campo de la ética natural, no hay casi ninguna referencia religiosa. A. Glucksmann (Francia, 1937-París, 2015), filósofo, fue afín al marxismo en los años 60’ hasta que se desvinculó del mismo en torno a los años 90’.
M.L. (2015)