
El libro propone aventurarse en la tierra salvaje de la inseguridad, el descarte, las críticas y vivir con autenticidad, con transparencia. Seremos libres interiormente cuando no nos importen las expectativas que tienen los demás de nosotros mismos. La verdadera pertenencia requiere el valor de ser uno mismo con integridad. Sugiere otros caminos para encontrar el propio lugar: la confianza y la vulnerabilidad. En este mundo en crisis lo mejor es transformar el propio dolor en compasión hacia los demás, así también se van sanando las propias heridas.
La autora explica que su misión es hacer del mundo un lugar más valiente a través del trabajo que ama. Eso requiere poner límites, fiabilidad, responsabilidad, discreción, integridad y no juzgar. Hay que humanizar la existencia por lo que cuando se defienden las propias convicciones es bueno hacerlo con respeto y urbanidad. De este modo se logra la conexión y el amor por los demás aunque se piense de modo distinto.
El estilo del libro es ameno, con historias significativas; la autora habla desde el corazón, en ocasiones utiliza palabras altisonantes que muestren su indignidad ante la mentira. Es divulgativo, no tiene una antropología explícita ni implícita, se mueve en el mundo del sentido común y de la estadística sociológica. Como los demás libros de la autora éste ha llegado al top de ventas, se ha convertido en un “New York Times Best Seller”.