
El autor se propone ofrecer, como indica el subtítulo, 7 claves para afrontar con éxito la adversidad. Las crisis ofrecen una doble cara, son desafíos y oportunidades de crecer. Cuando las enfrenta una persona magnánima, con gran fuerza interior y optimismo, suele salir vencedora. La pandemia del COVID-19 nos cambió la vida a todos. La valentía con que se enfrentó marca la diferencia de sus efectos a largo plazo. Algunos aprendieron a valorar lo importante y a acercarse a las personas con una relación más profunda; otros han quedado atorados en miedos y fracasos.
La crisis global del 2020 fue la inspiración para escribir el libro. El ser humano es capaz de sobreponerse cuando actúa integrando su inteligencia, voluntad y corazón. La claridad de ideas, la entereza y la generosidad son tres armas poderosas para hacer frente a cualquier desafío. De esta triple combinación nace una fórmula ganadora que es una sabiduría humilde multiplicada con una actitud magnánima.
La primera clave es tener grandeza de corazón. San Juan Pablo II expresaba la manifestación de ella en una síntesis genial, se trata de recordar con gratitud el pasado, vivir con pasión el presente y abrirnos con confianza al futuro. Toda prueba por compleja que sea nos ayuda a perfeccionarnos. La magnanimidad es capaz de inflamar los corazones.
La segunda clave es acertar en las prioridades. Para hacerlo es capital tener identificados los antecedentes, los protagonistas y las causas de una crisis. No hay que precipitarse al buscar soluciones. La idea es que no prevalezca lo urgente en nuestra vida sino que siempre procuremos dar paso a lo importante. Lo primero son las personas. Dios, nuestra familia y amigos y el cuidado de nuestra identidad personal. Hacer saber o comunicar bien tiene que ver con saber dar razón de lo que somos, hacemos y decimos. Enseguida hay que hacer el bien, y hacerlo bien. Es contraproducente infravalorarse, o peor aún, inflamarse de arrogancia ante las dificultades.
La tercera clave es gestionar las expectativas. Resulta precioso valorar toda una obra en su conjunto y detenerse ocasionalmente a observar el detalle de partes concretas del cuadro. El desafío es saber apuntar a un plan concreto, que permita lograr los fines a través de los medios adecuados, con sentido práctico y consciente de las potencialidades que cada uno tiene realmente. Hay que vencer el perfeccionismo y la autosuficiencia. Vale la pena estar abierto a las posibilidades y tener una mirada optimista, para sacar provecho de las circunstancias.
La cuarta clave consiste en crecer por dentro. Encontrar la paz interior para hablar con Dios, en el mejor lugar posible que uno tenga a mano y poniendo todos los sentidos. En la oración se requiere constancia, perseverancia y fidelidad. Si hay fallos, comenzar y recomenzar las veces que sea necesario. Habrá sosiego si se vive el hoy y ahora. No vivir en lo que pasó ayer ni en lo que puede pasar mañana.
La quinta clave consiste en saborear el presente. El secreto de la felicidad está anclado en compartir el presente con las personas que amamos. Para conectar mejor con los demás hay que escuchar más que hablar; desconectar de todo dispositivo; dar más que querer recibir; decir a los otros qué hacen bien; elegir bien las palabras que se usan y admitir los propios fallos.
La sexta clave radica en hacer cada día el pequeño bien posible. Para ello se requiere materializar las virtudes humanas y salir del propio yo para abrirse a las necesidades de quien nos rodea. Un requisito para lograrlo es aprovechar el tiempo. Tener un horario realista, claro y concreto. Vivir la puntualidad. Terminar las cosas que se comienzan. Estar disponible para servir a los demás con una sonrisa, con empatía, con amabilidad y con una actitud incondicional.
La séptima y última clave es reafirmar la propia identidad. Decidir qué tipo de persona se quiere ser y ser coherente con los propios principios y valores y consistente en los propósitos. Se requiere profundizar en el interior para sacar lo mejor que se lleva dentro. Son importantes los conocimientos y la experiencia pero lo fundamental es la actitud. Tres ideas para formar un corazón valiente son: definir un plan de vida; fortalecer el carácter con la práctica habitual de las virtudes y forjar relaciones sólidas, estables y duraderas. Encontrar nuestra mejor versión es lo que hará la diferencia.
Al final el autor propone tres recomendaciones para salir adelante en la adversidad. Cultivar la inteligencia emocional, elegir siempre ser feliz y volver a empezar con la mirada puesta en alcanzar nuestro más grande anhelo.
Es un libro sencillo de leer, práctico, ameno, con ejemplos ilustrativos que puede ayudar a crecer en resiliencia. El contenido es aplicable al mundo de la empresa, pero también a la vida personal, familiar y profesional. Recomiendo ampliamente su lectura.