El autor, intelectual y sacerdote tiene un buen bagaje cultural y conoce bien el entorno cultural anglosajón.
En este libro muestra la vida de tres británicos. El primero es santo Tomás Moro, abogado, padre de familia y político. Vivió con intensidad el cristianismo en sus actividades. Al ser nombrado Canciller del reino por Enrique VIII, le sirvió con lealtad mientras fue compatible con su conciencia. Ante las decisiones que toma el rey, Moro renuncia a ser Canciller y cuando es obligatorio firmar la aceptación de un documento en el que Enrique VIII se declara Cabeza de la Iglesia en Inglaterra, Moro se niega y es encarcelado y luego ejecutado. Eso tuvo lugar en el siglo XVI; en el siglo XIX, está la figura de John Henry Newman, intelectual que vivió en Oxford, clérigo anglicano a quien el estudio y la gracia le llevaron a asumir que la verdad del cristianismo estaba en la Iglesia Católica. A pesar de suponer renunciar a todo lo que tenía se convirtió al catolicismo, mantenimiento integra su forma de ser británica. El tercer personaje es del siglo XX, y es Chesterton. Su conversación es otro ejemplo de coherencia. Le costó pasar a ser papista, como eran llamados los católicos peyorativamente en el mundo anglosajón. Publicó numerosas obras. Los tres tienen en común la coherencia y valentía para ir contracorriente. El primero murió mártir y los otros dos fueron contracorriente en un entorno en el que ser católico suponía dificultades de diverso tipo.