
¿Puede hoy en día el problema de la existencia de Dios ser tratado de una manera racional? La mayoría de los filósofos contemporáneos, sean ateos o no, consideran, la mayoría de las veces, que no. Sería, según ellos, una cuestión de "fe". La Iglesia católica, por su parte, siempre ha sostenido, siguiendo a san Pablo y a la tradición bíblica, que la cuestión de la existencia de Dios no pertenece a la "creencia", sino al conocimiento, a la inteligencia.
El problema de la existencia de Dios fue tratado en la Edad Media por los teólogos, y luego, en el siglo XVII, por los filósofos. Pero el mundo ha cambiado y nuestro conocimiento del Universo se ha renovado por completo. ¿Cómo, entonces, este conocimiento científico del Universo, de su historia, de su evolución, permite hoy en día tratar el problema? Esto es lo que el autor examina aquí.
Sus conclusiones son claras: para una meditación filosófica que tenga en cuenta la realidad, es decir, el mundo en su estructura, su historia y su desarrollo, el ateísmo es inevitablemente un panteísmo, y este panteísmo es de tipo mítico. Una cosmología atea es imposible, impensable. La reflexión racional, llevada hasta el final, a partir de un conocimiento lúcido del Universo, no puede eludir una respuesta a este problema.