Se trata de la traducción, introducción y notas de tres cartas de Tomás Moro (1478-1535). Es la primera traducción del original latino al castellano, una edición muy cuidada, realizada con destreza por Concepción Cabrillana. Proceden de la etapa más fecunda como escritor del sapientísimo Tomás Moro. Su objetivo principal es defender el humanismo, por eso atiende el fondo y la forma. Son poco conocidas por que estaban dispersas y por la dificultad que supone una fiel traducción. Las cartas -y los diálogos- fueron el género preferido del humanismo. Tienen una gran actualidad. En ellas Moro fue el primero en utilizar por escrito la palabra “integrity” que quizá es el aspecto más destacado de su persona, la coherencia de vida.
La primera carta (1515) va dirigida al famoso teólogo holandés que trabajó en la universidad de Lovaina, Maarten van Dorp. Es la más larga. Se podría decir que es un extenso tratado sobre la utilidad de la gramática y la retórica para los teólogos, escrito con una sutil ironía. Utiliza el concepto de “Teología positiva” refiriéndose a aquella que vuelve a la de los Padres de la Iglesia y a la Sagrada Escritura.
La segunda (1518) es para la Universidad de Oxford. Es una apología del estudio del griego y de las letras para ser buenos oradores; lo hace en nombre de su Rey. Defiende la verdad con mucha elegancia y respeta las opiniones diferentes a la suya.
La tercera (1520) tiene como destinatario a Germain de Brie. Moro había bromeado contra su “librito” y él respondió de modo agresivo atacando a su persona y a Inglaterra. Herido en su sensibilidad literaria y en su patriotismo viene la réplica donde afirma que son acusaciones falsas y difamatorias. Apela a la virtud por encima del árbol genealógico y promueve con mucha claridad los ideales humanistas.