En el subtítulo del libro queda claro el contenido: Cómo corresponder al deseo de Dios. Se propone transmitir por qué y cómo cooperar humildemente con la inmensa ambición de Dios hacia nosotros. Para eso se requiere ser más conscientes de la grandeza de este querer. En toda la obra utiliza el sentido positivo de la palabra ambición, equivalente a magnanimidad.
Dios realiza su proyecto divino a través de las ambiciones de las personas. El hombre puede cooperar con el deseo, la confianza y la lucha esforzada. Así encontramos el antídoto contra la ansiedad y un remedio sencillo para liberarnos de las tensiones. La ambición cristiana se ejerce principalmente en la oración; la más perfecta es el Padre Nuestro que incluye todo lo que Dios ambiciona para nosotros y cada petición se puede unir a uno de los dones del Espíritu Santo. El autor concluye con la esperanzadora idea de que Dios quiere que veamos con más anchura, más lejanía, más altura y más profundidad.
El libro se basa en la Sagrada Escritura que cita continuamente, en la doctrina de santo Tomás de Aquino al que en ocasiones menciona explícitamente. Enriquecen esta obra las continuas referencias a pensadores y literatos contemporáneos. Es un texto sencillo, profundo, claro y con muchas fuentes bibliográficas.