
Como ya explicita el subtitulo, el contenido de este libro son los ejercicios espirituales que el conocido exegeta jesuita impartió a la curia romana en 2008. El tema que escogió Vanhoye fue el de «la acogida de la mediación sacerdotal de Cristo en vuestra fe y en vuestra vida» (pp. 5-6), y para desarrollarlo se inspiró fundamentalmente en la Carta a los Hebreos, que nos presenta a Cristo como Sumo Sacerdote y nos introduce en una inteligencia profunda de su oblación sacerdotal y de su mediación. Pocas personas más adecuadas que él mismo podrían haber expuesto con tanta claridad, profundidad y fruto el contenido de dicha carta, de la que es un reconocido experto. El autor, además, recurre para su predicación a otros textos centrales de la Sagrada Escritura, como son Jr 31, 31-34 (el anuncio de la Nueva Alianza), Jn 2, 1-11 (las bodas de Caná, signo de la Nueva Alianza), Mt 26, 26-28 (Cristo, mediador de la Nueva Alianza en la Última Cena), 1P 2, 4-5 (unión a Cristo y sacerdocio bautismal). La conclusión de los ejercicios lleva como título: “El corazón sacerdotal de Cristo y el sacerdocio ordenado”.
El libro consta de 17 capítulos, normalmente en torno a un texto bíblico. Su desarrollo suele ir en paralelo a una explicación detallada del pasaje en cuestión, pero siempre con puentes a una aplicación a la vida personal, de modo que al final de cada meditación sale muy natural una conclusión en forma de examen personal e invitación a la imitación de Cristo. Los ejercicios, como es lógico, tienen una progresión temática, igual que la tiene la misma Carta a los Hebreos.
Las dos primeras meditaciones giran en torno a Hb 1, 1-2 y Hb 1, 3-4. Ambos textos sirven de introducción a los mismos ejercicios, al considerar los deseos que tiene Dios de hablarnos, y de un modo muy concreto a través de su Hijo. Las cinco meditaciones siguientes van desgranando poco a poco el contenido de la carta hasta el texto central de Hb 5, 1-10. En estos textos se nos habla de Cristo Hijo de Dios y hermano nuestro (Hb 1, 5-2, 16), de cómo ha llegado a ser Sumo Sacerdote (Hb 2, 17-18), y de las cualidades de este sacerdocio: ser digno de fe (Hb 3, 1-4, 14) y misericordioso (Hb 4, 15-16). Este camino desemboca en la consideración fundamental de la solidaridad sacerdotal de Cristo (Hb 5, 1-10). De una forma espontánea van saliendo a la luz poco a poco realidades como la vocación personal, la persona de Cristo, la fraternidad, el pecado, la compasión, la caridad y la misericordia, el perdón, etc.
De Cristo en cuanto sumo sacerdote y de sus cualidades, se pasa al tema de la mediación y a su ejercicio, que está en estrecha relación con la Nueva Alianza y con el sacrificio. Estos temas se meditan siguiendo la guía de algunos textos bíblicos ajenos a la Carta a los Hebreos (los citados arriba), hasta desembocar en Hb 9, 11-12 (el sacrificio de Cristo), Hb 9, 14 (el Espíritu Santo en el sacrificio de Cristo) y Hb 10, 1-18 (la eficacia de la oblación de Cristo). Como es lógico, es aquí donde se reflexiona más en concreto sobre la Cruz y la Eucaristía.
A partir de la meditación 14, Vanhoye se centra en las consecuencias de la doctrina sobre el sacerdocio de Cristo para el pueblo cristiano: tanto de la situación privilegiada de la Nueva Alianza como de las actitudes correspondientes. Los textos bíblicos usados son: Hb 10, 19-25 (privilegios y exigencias de la unión con nuestro Sumo Pontífice), Hb 13, 20-21 (la sangre de la Alianza y la resurrección de Cristo), 1P 2, 4-5 (unión a Cristo y sacerdocio bautismal). A lo largo de estas últimas palabras, se desgranan diversos pormenores de la vida espiritual no sólo de los sacerdotes sino de todos los cristianos: las exigencias de fondo son las mismas, ya que es común a todos el sacerdocio bautismal, al servicio del cual está el sacerdocio ministerial.
Vanhoye no es sólo conocido por sus publicaciones como exegeta sino también por su labor pastoral y, concretamente, como predicador de ejercicios espirituales. En sus meditaciones se aúna la lectura del texto bíblico basada en una exégesis rigurosa, con su personal y rica comprensión espiritual de los mismos. Este pequeño libro, el que se refleja una rica vida espiritual, es vivamente recomendable para todos los cristianos, y de un modo muy especial en el año sacerdotal, gracias a sus consideraciones sobre el sacerdocio cristiano, que tienen como colofón una profunda reflexión sobre una realidad central en la vida de la Iglesia y de cada de sus miembros, la del sacerdocio bautismal de todos los creyentes.
J.L.C. (España, 2010)